Cuando se menciona “seguridad privada”, probablemente lo primero que pensamos es en un guarda de seguridad, con uniforme y radio, en la entrada de algún edificio, conjunto u oficina. Pero, los servicios de vigilancia y seguridad privada van mucho más allá, integrando recursos humanos, físicos y tecnológicos para identificar y disuadir riesgos de seguridad.

El Estatuto de Vigilancia y Seguridad Privada, Decreto Ley 356 de 1994, define estos servicios como “actividades que (…) desarrollan las personas naturales o jurídicas, tendientes a prevenir o detener perturbaciones a la seguridad y tranquilidad individual en lo relacionado con la vida y los bienes propios o de terceros y la fabricación, instalación, comercialización y utilización de equipos para vigilancia y seguridad privada, blindajes y transportes con este mismo fin”. Como se observa, desde la definición establecida en la norma se concibe la integración de equipos tecnológicos para apoyar la prestación de los servicios de vigilancia y seguridad privada.

Ampliando esta definición, el Decreto Ley 356 estableció los medios que pueden utilizarse para el desarrollo de actividades de seguridad privada, abriendo la posibilidad de que la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada pueda autorizar otros medios. En principio, está permitido para las empresas del sector usar en su operación:  

• Armas de fuego
• Recursos humanos
• Animales (guías caninos)
• Vehículos de supervisión
• Instalaciones físicas
• Recursos tecnológicos (radios, cámaras, sensores, controles de acceso, entre otros).

Respecto a los tipos de servicio, el Decreto Ley 356 establece dos grandes grupos: vigilancia y seguridad privada con armas (de fuego) y vigilancia y seguridad privada sin armas. En el último caso, la vigilancia sin armas hace referencia a los servicios que se prestan con medios tecnológicos o animales. Sin embargo, la misma norma define cuatro modalidades de servicio: Vigilancia fija, Vigilancia móvil, Escolta y Transporte de valores. Sobre estas modalidades nos referiremos en próximas publicaciones.

Si bien la vigilancia armada es el servicio más demandado en la industria de vigilancia y seguridad privada, representando un 80% de los ingresos operacionales del sector en 2020 según cifras oficiales de la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada, esto no implica que las empresas no empleen otras herramientas para prestar sus servicios. Este sector está evolucionando constantemente, donde existen empresas que apuestan por la implementación de tecnologías para prestar servicios más completos o traer equipos innovadores que ayuden a la evolución del sector, generando más valor.